Denegados dos proyectos ‘bandera’ de la ciencia española en África


 

ROSA M. TRISTÁN

La arqueología y la paleontología están de capa caída en los Proyectos Nacionales de I+D aprobados a finales del pasado año, la convocatoria del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, tanto en la categoría de ‘excelencia’, como en la de ‘Retos para la Sociedad’. Al menos, así es para dos de los proyectos ‘bandera’ a nivel internacional, uno en Tanzania y otro en Egipto. Ni los investigadores que llevan 30 años trabajando en la Garganta de Olduvai (Tanzania) en busca de las raíces de nuestra especie humana, hace dos millones de años, ni los investigadores del Proyecto Djehuty, que en Luxor (Egipto) están sacando a la luz una necrópolis entera de hace 3.800 años, las raíces de nuestra cultura occidental, han merecido recibir fondos públicos para seguir haciendo ciencia, según criterio de los responsables de esta decisión en el Ministerio. Para otros responsables, los de ambos proyectos, esta falta de recursos pone su continuidad  en peligro, por tanto podría echar por tierra el esfuerzo y el trabajo de muchos años en el continente africano.

Empecemos por el más ‘primitivo’, tanto por los hallazgos como por el tiempo que lleva en marcha.

Sin fondos para el proyecto español en la Cuna de la Humanidad

Hace ya 30 años que el arqueólogo Manuel Domínguez-Rodrigo desembarcó en la Cuna de la Humanidad, en el corazón de Tanzania, un lugar que he tenido el privilegio de visitar de su mano hace cinco años. En la zona que excava, y donde con mucho esfuerzo se ha hecho un hueco con su equipo entre las grandes universidades anglosajonas, ha logrado duplicar el número de yacimientos que se conocían. Fue allí donde los famosos Leakey encontraron en los años 60 los primeros restos de ‘Homo habilis‘, de hace dos millones de años. Desde que llegó Domínguez-Rodrigo, en 2006, el número de yacimiento abiertos ha pasado de cuatro a ocho y con ello no sólo han hecho nuevos y sorprendentes hallazgos sino que ha logrado abrir una superficie tan extensa que puede recrear cómo era el paisaje en aquel pasado remoto. «Queremos reconstruir el ecosistema del lugar, los riachuelos que había, las plantas, los animales, ubicar donde estaban nuestros ancestros, que hacían y cómo lo hacían», explica el arqueólogo.

La Garganta de Olduvai en el fondo es como una foto fija. Hace dos millones de años un volcán entró en erupción y cubrió todo lo que había bajo más de medio metro de cenizas. Y se selló. En muchos lugares, así estuvo hasta que llegó este arqueólogo español, que codirige el yacimiento con el también arqueólogo Enrique Baquedano. Gracias a tan especial circunstancia, están averiguando cómo los homínidos se movían por el lugar, incluso cómo era su organización social, su comportamiento: «Vemos que no se organizaban por familias, sino como lo hacen las manadas de leones: cazaban un antílope y en vez de repartirse en trozos para cada grupo familiar, se lo comían juntos», afirma. Hay un yacimiento en el que se han identificado claramente ese patrón.

Otro, curiosamente, les ha permitido averiguar que la gran migración del Serengueti no comenzó hace 200.000 años, como se pensaba hasta ahora, sino que tiene casi dos millones de años. Por ello, en algunas capas encuentran ñús y en otras no los hay; varía según la estación. También han descubierto que la dieta de los homínidos se basaba en carne de animales similares a las gacelas steenbock o antílopes waterbuck o ñús, pero nunca mas grandes. Como ya saben que era una zona con mucho bosque, se cree que los cazaban emboscados en los árboles, quizás después de haberles perseguido corriendo hasta allí.

No menos fascinante es el ‘tesoro’ de  fósiles de homínidos que han encontrado, en total una docena entre restos de ‘habilis‘ ‘parantropos’ y una especie que podría ser un ancestro del Homo erectus . «Estos tres primates convivían en el espacio sin hacerse competencia. No está claro que los ‘habilis‘ comieran carne de animales de 300 kilos, como un antílope grande, más bien lo hacía el  primitivo ‘erectus‘, que ya medía 1,80 y que tenía un pie como el nuestro y una mano capaz de hacer herramientas», apunta el arqueólogo. La cuestión es que para estudiar todos los fósiles que han encontrado precisan tiempo, dado que no se los pueden traer a España, y tiempo es dinero, así que allí están, a la espera de sacarles toda la información.

Un gran paso para el proyecto ha sido la creación  del Instituto de Evolución en África (IDEA)  . Tan importante es su prestigio en el país africano que el equipo ha sido el responsable de la nueva gran exposición en el nuevo Museo de Olduvai, por el que pasan todos los turistas , y de todo el mundo, que visitan el Parque Nacional del Serenguetti para descubrir dónde están sus raíces.

En total, cada campaña 60 personas participan en las excavaciones, un tercio de ellas, alumnado de la Universidad de Carolina del Sur que paga por ir, como vía que se ha encontrado para ayudar a financiar los gastos. Y luego está el ‘surrealismo’ del sistema: en todos estos años no ha podido comprar ni un vehículo para el proyecto, porque no está autorizado, pero si alquilarlo, lo que sale mucho más caro. Desde 2001, además, el equipo contaba con financiación del Programa Nacional de I+D,+i ,pero este año alguien decidió que no merecía la pena: «El último recurso que nos queda es dejar el proyecto en manos de la Universidad de Carolina del Sur, que lo quiere, pero dejaría de ser español después de tanto trabajo y esfuerzo por estar aquí», se  desespera Domínguez-Rodrigo. De momento, con una ayuda del Ministerio de Cultura y algunos ahorros, tiene para la campaña de este año. El siguiente, está en el aire, ¿quizás volando hacia USA?

Crisis financiera en la necrópolis de Tebas

Djehuty, el tesorero de Hatshepsut, fue la puerta de entrada del equipo de José Manuel Galán, del CSIC, en Luxor, y tras asomarse por ella se topó con la necrópolis de Dra Abu El Naga frente al Nilo de la antigua Tebas, en la que lleva ya 17 años excavando. Desde entonces, el proyecto no ha dejado de crecer y crecer, como pude comprobar ‘in situ’ hace unos años. La presentación de sus hallazgos cada temporada son objeto de rueda de prensa en el CSIC, la última sobre un espectacular jardín de unos 4.000 años de antigüedad, en el que esta campaña están centrando sus esfuerzos. Son noticias que dan la vuelta al mundo, en publicaciones como National Geographic y hallazgos que se exponen en museos, en concreto, en el de Luxor.

Por ello sorprende, como en el caso anterior, que el Proyecto Djehuty  no sea considerado de interés para el Plan Nacional de I+D+i como ‘Reto para la Sociedad’. El Ministerio también lo ha dejado fuera de la financiación pública. Un batacazo, como reconocía Galán pocas horas antes de salir para Egipto, del que no saben cómo van a salir en los años siguientes…

No hay que olvidar que ya este año tuvieron que lanzar un crowdfunding para poder tener fondos y realizar la actual campaña. En ella, al equipo de investigadores nacionales e internacionales se unen 100 trabajadores egipcios, sin los que sería imposible su desarrollo. Tampoco hay que olvidar que su iniciativa de recurrir a la financiación ciudadana fue mal vista en el CSIC, cuando es una institución que no apoya a la hora de conseguir patrocinadores. Vamos, como si a los científicos les divirtiera hacer ‘crowdfunding’.

Si este año optó por presentar el proyecto en la categoría de ‘Retos de la Sociedad’ fue, asegura, porque le comentaron que tendría más posibilidades de conseguir fondos públicos para su proyecto. Pero ha dado igual. «No nos lo esperábamos porque estamos convencidos de que hay interés en nuestro trabajo, pero no sabemos cómo vamos a continuar si no tenemos apoyo ni para excavar ni para investigar; el colmo es que me echen en cara que parte del dinero lo iba a utilizar para contratar a una persona, como si eso fuera algo negativo», explicaba el egiptólogo. «El dinero que nos da el Ministerio de Cultura  y las aportaciones de empresas como Técnicas Reunidas o Indra no es suficiente para un proyecto de esta envergadura», añadía.

En su caso, hay que mencionar que hubo un tiempo que disfrutó de una financiación privada cuantiosa, de Unión Fenosa Gas, pero acabó al tiempo del interés de la compañía en el gas egipcio y no ha sido sustituida por otra porque ya se sabe que a las grandes empresas del IBEX, apostar por la ciencia, salvo excepciones, parece crearles urticaria.

Si en Tanzania buscamos los orígenes de la especies humana, gracias a Djehuty sabemos hoy mucho más de cómo era aquella civilización milenaria que sentó las bases de la nuestra, conocemos la fauna y la flora que había en aquel momento, hace casi cuatro milenios, las relaciones de poder, las redes comerciales, sabemos más de su sistema educativo y las relacione de poder. No en vano, muchos de los hallazgos del equipo español están, como ya se mencionaba, en el Museo de Luxor, un lugar que se disputan los arqueólogos más prestigiosos del mundo. «No sabemos que pasará en 2019, pero no hay muchas posibilidades si las cosas no cambian», reconoce Galán.

Un vistazo a las resoluciones de ambas convocatorias da idea de cual ha sido el criterio en Humanidades: mejor repartir ‘a poquitos’ , proyectos pequeños, unipersonales y poco ambiciosos sobre asuntos como el estudio de «la variación diastrática en las variedades habladas del árabe vernáculo de Marruecos» o de «la memoria e historia en el contexto de la literatura contemporánea en inglés«. El documento de resolución de los proyectos  está plagado de ejemplos de este tipo, con repartos de 10.000 o 15.000 euros para tres años, un dinero que no dan para casi nada, desde luego para nada de impacto real a nivel internacional, y que parece basarse más en el criterio de dar un poco a todos y NADA  a proyectos como éste que en promover una real «ciencia de excelencia». Es, como señala Galán, «justo lo contrario de lo nos que dicen en público», condenando a las Humanidades, a medio plazo, a la mediocridad y al localismo.

Así nos va…

 

 

 

 

Hallan un revolucionario ‘kit’ de herramientas de hace 1,7 millones de años


El arqueólogo Manuel Domínguez Rodrigo en Olduvai

El arqueólogo Manuel Domínguez Rodrigo en Olduvai. @ROSA M. TRISTÁN

Científicos españoles descubren los bifaces de piedra (hachas de mano) más antiguos que se conocen

Un yacimiento de la Garganta de Olduvai contenía más de 2.200 piezas de piedra tallada y fósiles de animales que sirvieron de alimento a los homínidos

Impresionante bifaz de hace 1,7 millones de años, encontrado en Olduvai por un equipo español. @FERNANDO DÍEZ MARTIN

Impresionante bifaz de hace 1,7 millones de años, encontrado en Olduvai por un equipo español. @FERNANDO DÍEZ MARTIN

ROSA M. TRISTÁN

El equipo hispano-tanzano que trabaja en la Garganta de Olduvai, bajo la dirección de los arqueólogo Manuel Dominguez-Rodrigo y Enrique Baquedano, por parte española, sigue haciendo historia. Esta semana han publicado en la revista Nature (ScientificReports) el hallazgo de las herramientas achelenses mejor talladas, más antiguas que se conocen: tienen 1,7 millones de años.

 El achelense, también llamado Modo 2, es fundamental en la historia humana, pues es un modo de tallar la piedras, una tecnología, que supone la aparición de un comportamiento complejo, que es capaz de realizar grandes herramientas en las que se seguía un modelo previo. Su aparición significó un cambio trascendental respecto a lo anterior, el Modo 1 u Olduvayense, en el que ancestros más primitivos se limitaban a hacer utensilios con filo, sin seguir un estándar. Una revolución mayor que la invención de internet.
La especie que los fabricaba era, posiblemente, el Homo erectus, o ergaster africano, aunque también se han encontrado restos de estos humanos primitivos junto a herramientas mucho más sencillas, que habían sido atribuidas hasta ahora a Homo habilis, y que ahora se ha puesto en duda.
Otro de los bifaces, en diferentes posiciones. @FDIEZMARTIN

Otro de los bifaces, en diferentes posiciones. @FDIEZMARTIN

Los arqueólogos firmantes, del Instituto de Evolución en África (IDEA), creado en 2010, han localizado un total de 2.120 piezas diferentes en un solo yacimiento de Olduvai, el FLK West. Estaban en seis unidades estatigráficas diferentes cuando salieron a la luz en 2012. La inmensa mayoría (más del 73%) son de cuarzo, pero también las hay de materiales volcánicos y de esquistos. Entre ellas, había 28 hachas de mano, algunas bifaciales (que se denominan bifaces) de gran tamaño: una de ellas tiene 30 centímetros de longitud. Algo similar no se ha encontrado hasta 700.000 años más tarde. También había decenas de lascas y los restos que dejaron al fabricarlas. Entre estas últimas, la mayoría no son simétricas, pero si que fueron retocadas varias veces para conseguir cuchillos eficaces . Como  están junto a los bifaces, que si tienen simetría, no hay duda de que la técnica la conocían, aunque no siempre la utilizaban.

Ciertamente, no es la primera vez que se encuentran herramientas achelenses tan antiguas.. Antes de este hallazgo, cuyo trabajo ha dirigido Fernando Díez Martín, ya se habían descubierto algunos utensilios con 1,7 millones en Kokiselei (Kenia) y en Konso (Etiopía), pero las  de FLK West están talladas con más habilidad, lo que demuestra que aquellos humanos desde los inicios tenían la capacidad cognitiva suficiente como para producirlas;  otra cosa es que a unos  erectus les salieran mejor que a otros, como ocurre hoy en día: no todos somos igual de hábiles con los trabajos manuales, aunque nuestro cerebro sea igual. También es posible que hubiera una gran diversidad de formas de hacer las herramientas en función del lugar. «Lo que está claro es que el cerebro complejo ya existía hace 1,7 millones de años y que esta tecnología puede ser incluso anterior», señala Domínguez Rodrigo a este Laboratorio. Y tiene razón… ¿Por qué iban a haber encontrado justamente las primeras?

Pero si esto es importante, no lo es menos que FLK West es el primer yacimiento en que los utensilios de piedra aparecen junto a los restos de los animales para los que se utilizaron, cosa que no se encontró en Kenia ni en Etiopía, por lo que era difícil saber para qué las habían fabricado.  Es el mismo problema que había en otros yacimiento (como Koobi Fora o Peninj, algo posteriores). Y es que una piedra cortante podía servirles para desmembrar y sacar la carne de la presa, para trabajar la madera, para machacar una planta o para excavar la tierra y conseguir un tubérculo…. En Peninj, se concluyó que las usaban para la madera y en Konso (Etiopía) que el objetivo era cortar la carne. Sólo FLK W no deja lugar a interpretaciones: allí los homínidos se dedican a la explotación de los animales que conseguían; descuartizaban los cadáveres y al hacerlo dejaban marcas de cortes en los huesos.

Entre los animales identificados por sus fósiles, hay un mínimo de 2o bóvidos (antílopes de tamaño grande), jabalíes y équidos, de los que se conservan huesos largos, dientes y costillas. Y son muchos los que tenían cortes, señales de haber sido machacados para sacar el tétano o marcas de dientes. Al menos en dos niveles estatigráficos (el 5 y el 6) se ha confirmado que herramientas y restos de animales estaban juntos. Saber para qué usaban cada pieza es algo que aún no se ha averiguado, pero será objeto de un estudio posterior.

Una cuestión añadida es que en ese momento África vivía un momento de grandes cambios climáticos, como han revelado los estudios que también ha realizado los investigadores. El paisaje tendía a la aridez, abriendo grandes espacios en los bosques, tanto en Olduvai como en otros lugares, como la cuenca etíope del río Omo. Para los autores «la coincidencia en el tiempo de estos cambios y la aparición de las primeras industrias achelenses sugiere que hubo un disparador climático para esta innovación tecnológica y su impacto en la evolución humana».

 

La mano ‘humana’ que cambia dos millones de años de evolución humana


La falange Olduvai Hominin 86 (OH86), comparada con la nuestra. |Nature Communication

La falange Olduvai Hominin 86 (OH86), comparada con la nuestra. |Nature Communications

ROSA M. TRISTÁN

Un hueso de apenas dos centímetro de longitud, enterrado en una fina capa de lodos carbonatados, pueden dar la vuelta a la historia de la Humanidad. Perteneció a una mano, la izquierda, de un individuo que vivió hace casi dos millones de años en África, un primate que podría medir más de 1,70 de altura y que era capaz de fabricar herramientas con cierta soltura y, posiblemente, cazar animales que eran cientos de kilos más pesados que su cuerpo. Todo ello podría no significar nada, si no fuera porque hasta ahora se pensaba que en ese pasado remoto sólo vivía en este planeta un ser ‘habilidoso’ con las piedras, que precisamente fue bautizado como el Homo habilis; la verdad es que era más bien bajito -apenas 1,60-  y que aún tenía querencia por andar por los árboles, pero fue el primero en clasificarse como ‘humano’.

Manuel Domínguez-Rodrigo, junto a los excavadores del yacimiento PTK. | Javier Trueba

Manuel Domínguez-Rodrigo, junto a los excavadores del yacimiento PTK. | Javier Trueba

Hace dos años, un equipo español, que trabaja en la Garganta de Olduvai (Tanzania) desde hace unos años, se topó en un nuevo yacimiento con un pequeño fósil que resultó ser la falange proximal (la primera) de un meñique y, con tan poco material, los científicos dirigidos por Manuel Domínguez-Rodrigo, Enrique Baquedano y Audax Mabulla, quizás revolucionen nuestro pasado: ¿Quienes eran aquellos seres con manos tan similares a las nuestras, tan esbeltos y fuertes que habitaron esas tierras tanzanas hace 1.840.000 años? «No sabemos, nunca se encontró un hueso similar tan antiguo, pero sólo hay dos posibilidades: o era un Homo erectus o era de otra especie que no conocemos aún. Fuera quien fuera, revoluciona lo que sabemos de evolución humana», me asegura Domínguez-Rodrigo, uno de los firmantes del hallazgo en la revista Nature Communications.

Tengo fresco en la memoria el viaje que hice en 2010 a este proyecto científico del Instituto de Evolución en África (IDEA), un tanto maltratado en este país por las administraciones. Por ello, a medida que el arqueólogo me relata cómo se encontró, puedo imaginarme al geólogo David Uribelarrea prospectando la Garganta en busca de sedimentos ricos en fósiles, con su pico en ristre y su sombrero de alas, y también el momento en el que tropezó -en el punto donde se une esta garganta con otra secundaria- con el yacimiento PTK,  un lugar que escondía «una orgía de fósiles», como la describe ahora. Sabía que tenía la misma antigüedad que otro yacimiento bien conocido: el ZINJ, en el que Mary Leakey en 1969 y otros después que ella, localizaron restos del famoso habilis, a no más de 500 metros de distancia.

La falange OH86, en sus diferentes caras: de frente, de lado y por abajo. |Nature Communications

La falange OH86, en sus diferentes caras: de frente, de lado y por abajo. |Nature Communications

Enseguida se pusieron a excavar. Entre huesos de waterbucks y otros grandes antílopes, en un sedimento donde también había utensilios de piedra de la tecnología Olduvayense (o Modo 1), estaba la falange. Indiscutiblemente era de un primate. Y un primate muy parecido a nosotros.

En el trabajo publicado, que no fue aceptado en Nature por considerar que no es de interés general, según uno de los editores, diseccionan meticulosamente cada rasgo de ese pequeño fósil y lo comparan con los de otros simios bípedos que por entonces vivían en la sabana. Y es distinto: «Los dedos del Paranthropus boisei, del Australopithecus afansesis, incluso del Homo habilis, son alargados, estrechos y curvos porque hace dos millones de años todos subían y bajaban de los árboles y necesitaban esos dedos para agarrarse bien. Pero los de este individuo son más cortos, y más anchos, y rectos. Son manos para manipular objetos, no para trepar. Hasta ahora, la falange moderna más antigua de una mano era la que se encontró en la Sima del Elefante de Atapuerca, con 1,2 millones de años. Esta tiene casi 1,9 millones», explica Domínguez-Rodrigo.

Entre los firmantes, un gran especialista en autópodos de homínidos, el paleontólogo Segio Almécija, que hizo su tesis doctoral sobre estas las manos y pies de los primates del Mioceno de Cataluña, que tuvo una beca postdoctoral en el American Museum of Natural History de Nueva York y que desde este verano tiene ya plaza fija en la Universidad George Washington, con Bernard Wood. ¿Otro cerebro fugado?

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Excavando en PTK con ‘palillos chinos’. O eso parecen. | Nature Communications

La pregunta siguiente respecto a este hallazgo es inevitable. ¿Y a quién pertenece esa mano izquierda que de un sopetón puede cambiar lo que sabemos de nuestro pasado? Pues como pasa con el fósil de Atapuerca, este «tercer hombre» (en alusión al Parántropos y al H. habilis con los que convivió) es un misterio. Un nuevo agujero negro que fue bípedo, alto y fuerte, con una mano similar a la del Niño de Turkana, casi medio millón de años más joven. Así que quizás es un Homo erectus, como él, o algo nuevo, desconocido, relacionado con ese otro pedazo de humano hallado en Etiopía con 2,8 millones de años (una mandíbula), o con esas discutidas herramientas aún más primitivas datadas hace la friolera de 3,3 millones de años. Esa es la disyuntiva del arqueólogo.

Así que, ¿y si el Homo habilis, con ese pequeño cerebro de 600 gramos, poco más que un chimpancé, no era tan listo como lo hemos pintado? ¿Y si fue otro homínido el autor de las herramientas que estaban cerca de sus fósiles y se le atribuyeron por error? A Manuel nunca le cuadró que aparecieran animales cazados por habilis de 300 kilos de peso. Esa caza requería estrategia de grupo, armas eficaces.. ¿Podía hacerlo ese animal pequeño y de pocas neuronas, aunque ya supiera caminar como nosotros? «Yo tenía muchas dudas», me reconoce, aunque entonces, hace cinco años, cuando paseábamos por Olduvai recorriendo la Garganta, me argumentaba explicaciones que aún andaban bajo tierra.

¡Y lo que queda por sacar! Porque, aunque tardará en estar publicado, en la campaña de este año, que aún continúa en Tanzania, han descubierto otro yacimiento aún mejor que el PTK, y también con restos humanos de la misma cronología. Son fósiles de un pie. «Es otro lugar que ocuparon los homínidos y en el que también dejaron herramientas de Modo 1 y restos de animales. Lo encontramos porque lo afloraron las lluvias, así que tuvimos que ponernos a sacar lo que había para que no se deteriorara. Es espectacular. Si en Zinj el 80% de los fósiles están en 20 metros cuadrados, aquí tenemos esa misma concentración en 30o. Hay para muchos años de trabajo», apunta.

Afortunadamente, el proyecto cuenta, además de con la escasa ayuda pública española, con financiación privada de EEUU, a través de la Universidad de Carolina del Norte, cuyos alumnos pagan cada verano por ir a aprender a Olduvai con el equipo. En total, unas 50 personas desplazadas y unas dos decenas de africanos han colaborado este año en una campaña que no deja de crecer año tras año. Ese ‘tercer hombre, o mujer, africano’ va a dar mucho que hablar.

Científicos españoles…camino de África


El equipo, camino de los yacimientos de Olduvai, al fondo. |R.M.T.

El equipo, camino de los yacimientos de Olduvai, al fondo. |R.M.T.

ROSA M. TRISTÁN

Camino de África… El equipo de investigadores españoles del Olduvai Gorge Project ya han iniciado la ruta a la Garganta en la que el ser humano inició su recorrido. En esta ocasión, 22 científicos de diferentes áreas del saber, bajo la batuta de los arqueólogos españoles Manuel Domínguez-Rodrigo y Enrique Baquedano y el tanzano Ausdax Mabulla, pasarán cuatro largas semanas en el campamento que desde hace ocho años organizan cada verano en la Cuna de la Humanidad, un lugar que les ha deparado tantas sorpresas que ya han publicado un monográfico en la prestigiosa revista ‘Quaternary Internacional’: “La evolución del comportamiento de los homínidos durante la transición del Olduvaiense al Achelense: evidencias recientes de Olduvai Gorge y Peninj (Tanzania)” .

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La Cuna de la Humanidad viaja de Tanzania a España


Recreación Garganta de Olduvai, según Mauricio Antón. |ROSA M. TRISTÁN

Recreación Garganta de Olduvai, según Mauricio Antón.

ROSA M.  TRISTÁN 

«La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento» (Charles Darwin, que nació un 12 de febrero, 1809)

Que un equipo español haya logrado traer a España más de 200 piezas del Museo Nacional de Tanzania, uno de los que más tienen del rompecabezas que es el pasado de la especie humana, es un acontecimiento sin precedentes. Que, además, algunas de las piezas más importantes hayan sido encontradas, precisamente, por ese equipo, sin prácticamente  ningún apoyo oficial, es una heroicidad.  Y que la exposición ya esté siendo demandada por museos de toda Europa es el resultado de su excepcional calidad. Se trata de ‘La cuna de la Humanidad’, que esta semana ha sido presentada oficialmente en el Museo Arqueológico Regional de Madrid, una cita imprescindible para todos aquellos que quieran saber de dónde venimos y por qué somos como somos. Son cuatro millones de años de historia resumidos en una hora.

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«Bienvenido Mr. Marshall»… para la ciencia española


ROSA M. TRISTÁN (Publicado en EL HUFFINGTON POST)

Los fósiles de ‘Homo ergaster’ hallados en Olduvai envejecen  200.000 años este ancestro humano. 

Apuntan un nuevo escenario evolutivo de la especie

Un equipo de investigadores españoles ha encontrado restos de un ‘Homo ergaster’  en la Garganta de Olduvai (Tanzania) que son los más antiguos que se conocen hasta ahora. El hallazgo, que será publicado en unos meses, es de un individuo 200.000 años más antiguo que el congénere más viejo que se conocía hasta ahora, acercándose a los dos millones de años. La noticia del hallazgo la podéis leer en el link de El HUFFINGTON POST, pero en este Laboratorio para Sapiens quiero resaltar la situación de este proyecto…y la ‘ayuda americana’.

Investigadores de IDEA, en el yacimiento PTK, en la Garganta de Olduvai,  donde se encontró el 'Homo ergaster' más antiguo. |IDEA

Investigadores de IDEA, en el yacimiento PTK, en la Garganta de Olduvai, donde se encontró el ‘Homo ergaster’ más antiguo. |IDEA

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Fósiles humanos, en el ojo del huracán


ROSA M. TRISTÁN

Revuelta anda la Paleontología estos días. «Si Louis Leakey levantara la cabeza, le daba un soponcio«, me comentaba recientemente un amigo paleontólogo. Y seguramente tiene razón porque la publicación de la portada en ‘Science’ del yacimiento de Dmanisi (en Georgia) y su espectacular Cráneo 5 (como el Miguelón de Atapuerca) con 1,8 millones de años está levantando mucha polvareda. Que la ciencia es debate y discusión, que las premisas se tumban cada día y que las hipótesis deben ser arriesgadas, es innegable Pero cada vez son más los que denuncian que en ocasiones el sensacionalismo en revistas que tiene un gran prestigio prima sobre el rigor, haciendo un flaco favor a la Ciencia. Algunos, incluso, prefieren publicar en otras menos ‘famosas’ pero en las que todo lo publicado está ‘atado y bien atado’.

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El reto de excavar en Olduvai sin dinero, o cómo pelear por un proyecto


Vista de los yacimientos de la Garganta de Olduvai, por la mañaña.|ROSA M. TRISTÁN

Vista de los yacimientos de la Garganta de Olduvai, por la mañaña.|ROSA M. TRISTÁN

Por más que lo intente, no logro acostumbrarme a ver cómo este país se va al garete. Es algo que en el caso de la investigación raya el absurdo. No sólo no hay fondos para investigar en España, no sólo nos permitimos rechazar fondos europeos, no sólo dejamos que los mejores investigadores se vayan, sino que desaprovechamos aquello que ya está funcionando y tiene un futuro prometedor y brillante. Es lo que está pasando con el Proyecto Olduvai, codirigido por dos arqueólogos españoles: Manuel Domínguez-Rodrigo (profesor en la Universidad Complutense) y Enrique Baquedano (director del Museo Arqueológico de Madrid).

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El niño más primitivo hallado en África, anémico


Fragmentos del cráneo del niño de hace 1,5 millones de años.|PLoS ONE

Fragmentos del cráneo del niño de hace 1,5 millones de años.|PLoS ONE

 

BLOG EN: THE HUFFINGTON POST (pincha aquí)

Investigadores españoles, liderados por los responsables del Instituto de Evolución en África (IDEA), ha encontrado restos fósiles de un niño que vivió hace 1,5 millones de años en la Garganta de Olduvai (Tanzania), el primero que se halla de esa cronología. Aquel pequeño era anémico, como tantos otros hoy en ese continente. Sin embargo, gracias a esta patología los investigadores han averiguado que ya entonces su fisiología era exactamente como la nuestra, todo un paso en el estudio de la evolución humana.

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